jueves, 6 de diciembre de 2012

El 29 S .-



Dado que es en esa forma como se designa últimamente a las fechas que, por alguna razón, se transforman en importantes, creo que para la familia Rivarola el 29 de septiembre pasado fue toda una fecha, ya que después de más de quince años pudimos volver a reunirnos una gran cantidad de los descendientes de Enrique y Rita.-

La cita fue en el Colegio del Salvador, en Buenos Aires, adonde fuimos cálidamente recibidos por Agustín R. (1962), sacerdote jesuita que actualmente allí desempeña sus tareas pedagógicas y espirituales, previo haber celebrado una misa en la Iglesia contigua, en donde recordamos a todos aquellos miembros de esta querida familia que ya no están, físicamente, a nuestro lado.

Fue realmente muy emotivo cuando, en el momento que en las misas se destina a rezar especialmente por los difuntos, Agustín nos llamó a varios de nosotros para que, desde el altar, dijéramos en voz alta los nombres de todos aquellos que estarán siempre presentes en nuestro recuerdo, y que así -con toda seguridad- se debieron acercar a nuestro lado para también ellos poder participar -de alguna manera- del encuentro familiar.

Después, ya en el colegio, todo fue un gran jolgorio. El salón en donde nos reunimos estaba repleto de caras sonrientes, de todas las edades, algunas que no veíamos desde mucho tiempo, mezcladas con otras -más o mucho más jóvenes- muy parecidas a las nuestras de cuando teníamos esos mismos años.....hace ya muchos años.

En la entrada al lugar, Verónica R. (1963) había preparado unas coloridas carteleras exhibiendo a grandes rasgos, las diferentes secuencias generacionales de las distintas ramas en que se fue extendiendo la familia, mientras nos entregaban unos cartelitos muy bien diseñados, que identificaba a cada rama con un color propio, y permitía ir colocando los nombres no solo de su portador sino también de sus sucesivos ascendientes en linea directa, de modo de poder saber inmediatamente, quienes éramos y a cual de las líneas pertenecíamos.

Después de algunas idas y venidas previas, habíamos acordado finalmente que el almuerzo sería "a la canasta", de modo que todos nos fuimos ubicando en diferentes mesas, para comenzar a degustar todo aquello que habíamos llevado no solamente para nuestro propio sustento, sino también para compartir con aquellos que teníamos a nuestro lado, mientras que un calificado "tribunal" compuesto por Alejandro Arana R. (1958) y Francisco R. (1982) se dedicaban a la "ingrata" tarea de tener que elegir al mejor de los manjares, tanto de la especialidad salada como dulce, para hacer a su creador o creadora merecedor del premio "Rita Verdaguer de Rivarola", que finalmente y luego de una muy reñida competencia, le fue adjudicado a Rita (1934) y "Cuca" (1940) Nolfi, de la rama de Rita R. de Belsunce.

Algo más tarde, Ignacio R. (1966) nos hizo una impactante e hilarante explicación audiovisual de algunos acontecimientos de nuestra común historia familiar, ocurridos allá en la lejana Liguria, como para no abandonar el clima festivo que todos vivíamos, y después de algunas palabras que me pidieron que dijera, que fueron fundamentalmente de agradecimiento a todos en general y a quienes más habían colaborado para hacer posible ese encuentro, Verónica R. y Virginia de Nevares R. (1956), les cedimos la palabra a cuatro representantes, de los mayores, de cada una de las ramas que mantienen descendientes.

Así, Gloria Cucullu de Murmis (1932) -de la rama de María Luisa R.- ; Roberto Rocca Durañona (1936) -de la rama de Lola R.-; César García Belsunce ( 1927) - de la rama de Rita R.-; y Raul "Puzzy" R.(1928) -de la rama de Rodolfo- fueron desgranando recuerdos y anécdotas familiares, fundamentalmente para conocimiento de las generaciones más jóvenes, relacionadas con varios de aquellos que nos han precedido en el camino, consolidando una personalidad familiar que nos es propia, y que ellos no pudieron llegar a conocer.

De las tres personas de mayor edad de todas las ramas de la familia, se encontraban presentes dos: Ana María "Chiquita" Luro R. (1921) y Horacio García Belsunce (1924), ya que María Helena "Malelé" R. (1920) que es actualmente la mayor de todos, no pudo venir por razones de salud. Pero Horacio G.B., en su carácter del mayor de los varones, en forma totalmente espontánea nos dijo unas lindísimas palabras, mientras que Guillermo R. (1938) -de la línea primogénita de la familia, la de Mario R.- con términos muy emocionados agradeció las palabras que se habían dicho respecto de su abuelo Mario.

A continuación fueron recibidos en forma muy cálida, dos miembros de nuestra original familia Rivarola italiana, pero cuyos antepasados se radicaron en el Paraguay, quienes junto a sus esposas quisieron participar de este encuentro del cual se sintieron parte integrante, y tuvieron para con nosotros -su parentela argentina- palabras muy sentidas y cariñosas.

Teniendo en cuenta que no fue posible localizar el album que se iniciara en la familia en el año 1929, en oportunidad de producirse el primer encuentro, resolvimos comenzar con uno nuevo que, conforme a lo que se había dispuesto aquella primera vez, debía ser conservado "en todo tiempo futuro, por el varón de más edad a quien corresponda usar en primer término el apellido Rivarola", el que por tales razones le fue entregado en custodia a Raul Rodolfo "Puzzy" R. luego de haber sido firmado por buena parte de los asistentes.

Finalmente salimos a un gran patio, contiguo al salón en donde estábamos reunidos, y en el que nos costó bastante poder juntarnos para una foto global, ya que las conversaciones entre los diferentes grupos se sucedían en forma ininterrumpida, pero en un momento dado logramos colocarnos todos, de alguna manera, delante de las cámaras que varios fotógrafos/as voluntariosos se animaron a disparar, y así quedó documentado este nuevo encuentro familiar que ha dejado -al menos en varios de nosotros- recuerdos que nos serán inolvidables.

        

 
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