jueves, 20 de septiembre de 2012

Algo más sobre la casa de Coronel Diaz y Juncal

   En otra entrada a este mismo blogg, hemos publicado los recuerdos que para Carlitos Rivarola tuvo una visita que hizo a la Clinica del Sol, levantada en el lugar en donde estuvo la casa de su padre en la cual pasara toda su infancia y parte de su juventud.

 En el dibujo adjunto, que también debemos a su pluma -no en vano era muy buen arquitecto- ha procurado reconstruir el plano de las dos plantas que tenía esa casa, en gráfico que considero que completa sus cálidas reflexiones en torno de la misma.

   Del mismo modo, me parece que también resulta un buen complemento, tanto del texto del artículo como del gráfico que ahora incorporamos, las siguientes reflexiones que a raíz de la lectura de los recuerdos de su padre hiciera su hija Patricia desde La Cumbre (en Córdoba) adonde vive,  junto a no pocos adornos y muebles que provienen de esta casa.


      " El escritorio que encontraba a mi abuelo tantas mañanas muy tempranas, escribiendo y, como dice papá "escribiendo, pensando, pensando y escribiendo"....ese escritorio no estaba en la planta baja, sino en el primer piso, y eso lo sé porque miro muchas veces el plano que papá dibujó....y daba al jardín donde por la mañana salía el sol....y el roble con el que fueron hechas las "tablas y gavetas", tengo la suerte de tenerlo en mi casa....y hay un cajón a la derecha, que es doble, y todavía está lleno de las cosas de mi padre.

    Es imposible que mis recuerdos sean los de él, a menos que papá me haya relatado algunas cosas.....mientras papá "ve" casi al igual que Pepe la casa pero desde la Clínica del Sol, él hace referencia a un cuadro con un niño de pelo rubio y traje de pintor, al que le han puesto la paleta en la mano derecha y el pincel en la izquierda, como si fuera zurdo.....y sin poder imaginar que muchos años después, iba a tener una hija zurda, que vengo a ser yo....Y ese cuadro está ahora colgado en mi living, al lado de una foto lindísima de Clelia o María Enriqueta (no puedo saber de cual)...Es una foto realmente linda....además seguramente fue sacada por un artista  ( está firmada)....porque....no puedo llegar a explicar cuan linda es.

    También tengo un precioso retrato de la Abuelita pero de soltera, todavía no se había casado con mi abuelo....me hacía gracia cuando papá se paraba delante del cuadro y me decía "esa no es mi madre", obviamente lo decía en chiste, para volver a contarme por décima vez, que su mamá todavía no se había casado......Mi abuelo le regaló a la Abuelita un librito diminuto que parece de plata, pero no sé, no lo creo porque recién fui a mirarlo, pero es tan pequeño, que tuve que ir a buscar la lupa que tengo en mi mesa de luz para poder ver que decía....y son las fechas de nacimiento de los siete hijos....y en la tapa dice Nannina....y recién me doy cuenta que la lupa que usé, es la misma que papá había puesto en una vitrina junto al librito, en la última casa en que vivieron papá y mamá....yo en cambio, colgue el librito con una cinta finita desde la parte de atras del cuadro (con una chinche).....y además de quedar muy lindo, a mis nietas siempre les gustó el librito y mirar cada hojita y preguntarme que eran esa fechas....

    Papá está recorriendo con su memoria, un pasillo del primer piso, y llega hasta el cuarto del "mayor de los solteros", se queda mirando asombrado como se viste o Fernando o Eduardo o Pepe.....Muchos años después me cuenta que a los pies de la cama, colgado de la pared, siempre había estado colgado un cuadro de la Virgen con el Niño, al que hoy llaman la Virgen de Schöensttat....solo que en aquella época no existía con ese nombre, ya que papá nació en el 12, o sea antes de la Primera Guerra, y ese cuadro, al que llamaron "Mater ter Admirabilis" fue puesto en el Santuario de Schöenstatt en 1915, aunque el movimiento mariano comenzó en el 14. Con los años llamaron a esa Virgen, Nuestra Señora de Schöenstatt (justamente porque Schöenstatt queda en Alemania), siendo también Mater ter Admirábilis. Esta historia la supe años después, pero papá no tenía ni idea de donde había salido ese cuadro, que siempre estaba colgado a los piés de esa cama. Papá me lo regaló creo que en 1977, y a partir de ese día siempre estuvo colgado a los pies de mi cama, a pesar de tantas mudanzas....y ahora acá también ocupa el mismo lugar.

    Y de tanto mirar ese plano puedo bajar por la escalera principal, y aunque papá no lo dibujó, con su letra pone que allí estaba el gong.....que también me regalaron mis hermanas.....y tengo un cuadro del mismo tamaño con muchas fotos pegadas, supongo que por papá, y puedo ver un sector enorme en donde estaban las bibliotecas llenas de libros....Papá trajo a casa dos bibliotecas, pero hace tanto tiempo, que me parece que siempre estuvieron en casa....en casa de mis padres, claro, y también fue un regalo que me hicieron mis hermanas...........

    Nunca tuve palmeras, pero siempre tengo jazmines y rosas, y también madreselvas....estas últimas nunca faltan, viva donde viva....y los jazmines tampoco..........."


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jueves, 13 de septiembre de 2012

Rodolfo Alcides Rivarola


    Por Rodolfo de Nevares

    (de la 4ta. generación de descendientes de Enrique
      en la rama de Rodolfo por la línea de Rodolfo A. Rivarola,
       su abuelo)


         Rodolfo Alcides Rivarola murió el 5 de diciembre de 1935 (*), como consecuencia de una enfermedad llamada pénfigo, cuyo síntoma era la aparición de ampollas en el cuerpo, que si bien aparentemente eran indoloras, picaban y había que aliviar esa picazón con cremas. Hoy es curable; en aquellos tiempos no lo era y llevaba inexorablemente a la muerte.

               Dos años y ocho meses antes de morir se había enfermado y debió ser internado en el Sanatorio Marini; en ese momento era el Director del Hospital de Niños, y finalizaba así prematuramente su carrera como médico pediatra.

               Como él era socio fundador del Sanatorio, no debió pagar los costos correspondientes durante un tiempo. Agotado éste, las cuentas del hermano caído en desgracia las continuaron pagando sus hermanos Rivarola y sus cuñados Paz Mariño. Chapeau !

               Agotada también esta vía de pago, se decidió mudarlo a un departamento en la calle Paraguay, que no llegó a concretarse pues murió poco antes.

                Durante su internación en el cuarto No. 4, su mujer Elvira Paz vivía en el de al lado. Mientras tanto sus hijas Elvira y María Elena se instalaron en la casa de sus abuelos, Leocadio Paz y Carmen Mariño    Bascary, en la calle Montevideo entre Santa Fé y Arenales.

                 Cuando Rodolfo A. murió, Elvira Paz y sus hijas alquilaron un departamento en Rodriguez Peña 1351, 1er. piso, y luego, cuando se casó Elvira (hija), se mudaron a Viamonte 682.

                  El problema económico que surgió cuando Rodolfo A. murió, fue que él tenía un seguro en oro, cuya última cuota fue pagada por sus hermanos y cuñados en pesos. Cuando la compañía de seguros debió cumplir el contrato, lo hizo en pesos también. Ante esta circunstancia, Leocadio Paz (hijo) aconsejó no hacer un juicio a la compañía aseguradora, pues si bien podía ganarse, en el interín ¿de qué iban a vivir la viuda y sus hijas?

                Personalmente pienso que este asunto del oro y los pesos se debió a que en la crisis y la depresión del 30, se terminó la convertibilidad del peso y su consecuencia sobre los contratos en metálico fue inevitable.

                 Eduardo Paz, sobrino segundo de Elvira, les dio una mano, pues como militaba en el partido conservador y era un conspicuo dirigente, les consiguió por los años 40 una pensión que provenía de la Lotería. No era esto un jolgorio en las jubilaciones como el actual, pues Elvira Paz y sus hijas debieron ir las tres juntas en una oportunidad al Congreso a declarar los motivos por los cuales cobraban esa pensión.

                 Los años pasaron y las hijas casaderas de Rodolfo A. mejoraron su suerte. Se casaron con dos jóvenes distinguidos de la sociedad porteña, Jorge A. Peró Gayan y Guillermo F. de Nevares. No me corresponde hablar de mi padre, pero sí puedo afirmar que Jorge Peró era un hombre culto, inteligente, digno, y además, pintón.

                Rodolfo A. tenía además el talento de un poeta. Sus colegas le llamaban el médico poeta. Más adelante espero tener un tiempito y transcribirles los pocos poemas que me pasó Mamá, entre ellos uno que se llama Canto a la Patria, escrito para el 25 de Mayo de 1906, que obtuvo la medalla de oro del primer premio en el Certamen Literario de los Estudiantes, y que fue impreso en un cuadernillo.

                 En 1937, en el homenaje que se efectuó al descubrir la placa en la bóveda en la Recoleta, el Dr. Pedro Chutro en su discurso expresó
   
           " Rivarola, que descansas en paz, .... Naciste para las letras, pero obedeciendo a una vocación insospechada, te entregaste de lleno al estudio de la ciencia del dolor, en la que descollaste desde el primer día...."

          Es una gran pena que nuestra generación no haya tenido la oportunidad de conocer a Rodolfo A. Rivarola.

(*) a la edad de 49 años.