viernes, 6 de diciembre de 2013

Clelia Susana (la Beba) Luro Rivarola.-


                               


     En los primeros días de noviembre falleció en Buenos Aires, a los 86 años,  una de las descendientes de los Rivarola de la Argentina que actualmente contaba con mayor edad: Clelia Luro, Rivarola por parte de su madre, también Clelia, una más de esa larguísima lista de primos hermanos que era los nietos de Rodolfo Rivarola, y con quien mi padre -el Gringo- tuvo un lindo vínculo, sobre todo durante la niñez de ambos, aunque mi padre eran algo mayor. Quizás por eso -no lo se- el la apodaba "la Beba", y siempre siguió llamándole así "la Beba Luro" a pesar del transcurso de los años, de modo que recurriré a ese apelativo para referirme a ella, desde luego que de una manera muy cariñosa.
                                      
     Los lindos recuerdos de la niñez y la primera adolescencia se vinculan, con muchísima frecuencia, a los veraneos, a esos largos períodos de ocio compartidos con hermanos y primos. En este caso, los recuerdos de mi padre se remontaban frecuentemente a los que habían pasado en "el Chara", una viejísima estancia que Rufino Luro Cambaceres -padre de Clelia y uno de los pioneros de la aviación civil de nuestro país- tenía en la desembocadura del rio Colorado, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
    Con los años, su primer matrimonio llevó a la Beba a radicarse en Salta, donde nacieron cinco de sus seis hijas mujeres, una de las cuales -Nanina- durante algunos inviernos venía a vivir con nosotros a Buenos Aires para poder concurrir a una escuela especial que estaba tan lejos de su casa salteña. Para nosotros - Lía y yo- que sólo eramos dos hermanos tener en casa a Nanina, como una hermanita menor, era toda una fiesta.
    Pasaron los años y un buen día nos enteramos que la Beba Luro se había venido de Salta a Buenos Aires, con sus hijas y una más en camino, y algún tiempo después estalló "el escándalo" de su relación con el obispo de Avellaneda, Mons. Jerónimo Podestá, uno de los hombres más influyentes de la Iglesia argentina de los años 60, con todas las consecuencia que esto implicó y que tanto hizo sufrir a ambos, quienes a pesar de todo permanecieron juntos, enfrentando cuanto se les puso en contra y dando un permanente batallar por lo que consideraban injusto: el famoso celibato sacerdotal obligatorio de la Iglesia occidental.
    Casados por la ley argentina, Clelia enviudó en el año 2.000, pero siguió adelante con su prédica constante en favor de la derogación de esa norma eclesial, compromiso infatigable en el que le sorprendió la muerte, ya que se había contactado con el Papa Francisco -con el cual mantenían una vieja amistad- para hacerle llegar su último libro con destino al grupo de Cardenales que está analizando los eventuales cambios y modificaciones que la Iglesia de hoy viene reclamando.
   En la familia grande de los Rivarola de la Argentina no pudimos disfrutar de su presencia cuando nos reunimos el año pasado. Hoy, lamentamos profundamente su partida y acompañamos con todo cariño a sus hijas, nietos y nietas, y con seguridad bisnietos, pero sabemos que luego de tantas batallas, finalmente han logrado su objetivo: vivir juntos y en paz. 

1 comentario:

  1. Como de casualidad, como acaba de fallecer el padr Ernesto,-don Ernesto- para nosotros en el tiempo de Berti 2926...me meti en tus escritos, que no dejan de causarme mucha gracia por los acontecimientos que relatas, siendo pocos años menor, pero siendo el 7mo de doce , me ha tocado vivir o escuchar de ellos a la corta distancia....Pero lo que me sorprendio es lo de El Chara, y a eso voy ya que el lunes me reúno con los actuales dueños,...fijate que recien hace un año que murió Tuni, la primera de nosotros ...amiga de Teresa (?)Podesta... mucha casualidad...Teando un gran abrazo !!! José

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