miércoles, 25 de abril de 2012

El traslado de los restos de Rita y Enrique

Me pidió mi primo hermano Ricardo H. Rivarola que comentara en este sitio destinado a divulgar relatos vinculados a circunstancias que nos son comunes a todos los miembros de la "familia grande", que el día 19 de abril pasado recibieron finalmente nueva sepultura las cenizas de quienes en vida fueron, nada menos, que los fundadores de esta familia de los Rivarola, aquí en la Argentina. Esto es para que puedan saber en donde están.


Dice el acta que se encuentra en el album iniciado por sus descendientes en el año 1929, al cumplirse el primer centenario del nacimiento de Enrique -que es lo que, de alguna manera, en este momento estamos  procurando actualizar- que se habían reunido "después de haber visitado el sepulcro en que juntos reposan los fundadores de la familia (y) de haber asistido a una misa...."


Si bien allí no se indica cual era ese lugar en donde se encontraban sepultados, todo nos hace pensar que se trataba de la Recoleta. Sin embargo, por alguna razón -relacionada seguramente con refacciones que se debían efectuar en esa bóveda- en el año 1956 al tener que resolverse sobre un traslado "provisorio" de aquellos, mientras duraran las reparaciones, Alberto Rocca Rivarola, nieto de Enrique y Rita por su madre Lola, conjuntamente con su hermano Hernán Rocca Rivarola, ofrecieron la bóveda que su familia paterna tenía en el cementerio de Quilmes, y hacia allá fueron....pero nunca más regresaron.

Dio la casualidad -o quizás alguna otra razón más ininteligible- que en forma casi simultanea con el inicio de la actualización de los datos de quienes hoy conformamos el grupo de los descendientes, surgiera la necesidad de trasladarnos nuevamente, ya que esa bóveda que los alojaba debía ser reintegrada al Municipio. Algo así como si desde el lugar en el cual estan sus almas nos hubiesen querido instar para que sus restos pudieran regresar a un sitio propio, que entendemos ya será el definitivo.

Algunos de nosotros anduvimos, entonces, procurando ver cual sería la mejor manera de concretar ese traslado, y siguiendo en esto a lo que en su momento hiciera su padre, fue Inés Rocca Rivarola de Vaccarezza quien generosamente se ofreció para encontrarles un lugarcito entre los suyos, en el Parque Memorial. Así fue como se comenzó luego con el traslado, que se hizo en dos momentos.

El primero fue hace unas semanas, cuando Inés concurrió junto a mi primo Ricardo al cementerio de Quilmes a recibir de manos de Roberto Rocca Durañona, dos cajitas conteniendo las cenizas, cada una de ellas individualizada con sus respectivos nombres; el segundo se concretó el 19 de abril, en que fueron depositadas en tierra por el matrimonio de Inés y Carlos, previa misa que rezó en el lugar Agustín Rivarola, el hijo mayor de Ignacio.

Si bien en algún momento se pensó que el traslado se podía hacer con la solemnidad yel acompañamiento que este hecho merecía de parte de todos aquellos que  así lo quisieran, finalmente se respetaron los deseos de Inés que prefería que fuera una ceremonia extremadamente sencilla y de un gran recogimiento espiritual, sin perjuicio de hacerles saber luego, a todos los demás, cual había sido el destino final de las cenizas de nuestros queridos antepasados.

Me cuentan quienes intervinieron tanto en el primer trayecto del traslado como en el segundo, que ambos días fueron climáticamente espectaculares, muy diáfanos, calmos y con un cielo totalmente despejado, como si desde algún sitio los verdaderos protagonistas de esta historia se hubiesen hecho presentes, para mostrarnos de alguna manera su pleno consentimiento con lo que estaba ocurriendo.


Me escribe Inés y lo transcribo "....no te podes imaginar lo emocionante que fue dejar allí a Enrique y Rita....en un día de otoño, todo dorado. Agustín nos regaló una sorpresa al rezar una misa muy especial en esa capilla toda llena de luz.....Después, todavía revestido, llevó una de las cajas y Carlos la otra, en uno de esos carritos como los de golf. Cuando llegamos bendijo la tierrita y rezó otro responso.....todo fue con mucha serenidad y mucha paz. Muy sencillo pero muy lindo. No pude dejar de pensar lo contento que estará papá....."

Y así, de esta manera, esas cenizas seguiran en cierta forma estando al cuidado directo de esta rama de la familia, la que proviene de Lola Rivarola, la hija mujer mayor de Rita y Enrique. Al agradecerles -de mi parte- muy profundamente a todos quienes han intervenido en este emotivo traslado de los restos de quienes fueron "los primeros", me parece apropiado concluir este relato exactamente igual que lo hiciera su hijo mayor, Rodolfo, en el homenaje que la familia les hiciera en aquel centenario, es decir citando unos versos escritos por Enrique para Rita:




"Or avvolte tue membra in nero manto,
"Nessuna speme resta al mio dolore
"Che reposar un giorno a te d´accanto.....


("Ahora, envueltos tus miembros por un negro   manto,
"Ninguna esperanza queda a mi dolor
"Que el descansar un día a tu lado....).


Y así será !

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